Delicias hechas curvas, pechos fríos de poca ropa, y
sonrisas forzadas con una mueca de disgusto por su trabajo, ojos y manos que
violentan cada uno de sus movimientos, labios mordidos por la angustia de no
tenerla entre sus manos, la humillación se logra percibir tan sólo en sus ojos
cansados, una jungla de sudor y hombres abandonados de la idea de la conquista,
una solución fácil para aquellos que se encuentran desolados en lo que podría
ser el intento por conseguir algo más que sexo, viejos decrépitos, gordos,
feos, y jóvenes sin más que una baja autoestima, coqueteos falsos y risitas
nerviosas, bailes en el alto nivel,
danzas a un tubo metálicos que parece conocerlas más que cualquiera de los
espectadores, humilladas al mostrarse de piel al frío, tolerancia a lagrimas
acumuladas por aquellas manos que recorren su cuerpo salvajemente sin dar señal
de cariño alguno, nada más que juguetes, mujeres que se entregan no por el
antiguo arte de amar, sino por la necesidad de comer, sin ni siquiera una
palabra cruzar, rostros angelicales acompañados por encajes y ligas, cuerpos
perfectos abandonados por la esperanza de ser algo más que eso.
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