Me siento extraño, entregado y mal valorado, quizás es parte
de lo que conlleva un rostro joven, poca independencia y al parecer mil
errores. Podría dejarle y dar mi tiempo por perdido, aunque lamentaría el tener
que verla destruida. Me molesta no verle, me intoxica el saber que la tengo
pero no a mi lado, quisiese entregar mis tiempos a deleitar su espalda, y ver
el placer dilatado en sus miradas, sentir su rostro cerca de mi cuello, y
morder sin descaro donde termina su pelo. Admiro el valor de seguir a mi lado,
y me gusta darme paso al descaro, la quiero en mis tiempos libres, le quiero
junto a mi cama, parada tranquila y deleitada, sabiendo que no debe hacer nada.
Veremos que deciden las hojas de este invierno,
y esta puta nostalgia que me está enloqueciendo.
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