Metí dos años de felicidad en aquel frasco, con un adiós
inesperado logré trisarlo, y tras un año de observarlo decidí sincerarme,
expliqué que permití que otras manos lograsen tocarme. Se escurrió todo en la
alfombra, de que me sirve un vidrio vacío, un frasco roto tan solo te mantiene
el recuerdo de algo que deberías dejar en el olvido.
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