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martes, 10 de abril de 2012

Amantes

Puede que el hombre carezca de un motivo claro para ser infiel, y que solo lo anime un apetito carnal momentáneo, la obsecion por unos labios frescos, unos senos generosos o un culo bien puesto, la ambición de no dejar escapar la oportunidad, un apetito que se esfuma con la misma conquista de la nueva presa, pero la mujer parece tener una razón poderosa, trascendente, no circunstancial para ser infiel. Y por eso su infidelidad es mas decidida y definitiva. Son menos veleidosas que nosotros y no parecen moverse por impulsos momentáneos o lascivia pasajera como suele ocurrirle al hombre, sino por consideraciones mas profundas. Por todo eso me inquieta ese brillo que vislumbro en sus ojos, y que me impide dilucidar lo que trama en el fondo de su alma.



Los Amantes de Estocolmo / Roberto Ampuero

2 comentarios:

Emmanuel dijo...

Wow, nunca lo ví de ese modo.
¡TIENE TODA LA P*TA RAZÓN!

Marcoholic dijo...

ves ><